Pese a residir a solo hora y media de Cuenca, era la primera vez que pisaba esta ciudad y debo decir que nunca se me va a olvidar, y no por por el frío que pasé (en todo momento la temperatura coqueteó con los cero grados), no fue por las preciosas casas colgantes, ni por el puente de San Pablo, ni por sus cañones idílicos que también. lo que recordaré toda mi vida es la dureza de una prueba que a priori, viendo la distancia (42kms) y el desnivel positivo (alrededor de 2500 m), no parecía el infierno que allí me encontré.
La primera parte es muy llevadera y disfrutona con un sube y baja constante con pendientes duras pero llevaderas, hasta que se pasa por el famoso puente de San Pablo junto a las casa colgantes. A partir de ahí llega el infierno, subidas infernales, acompañadas de bajadas vertiginosas sin descanso, rodeadas de piedra caliza que no te dejan margen para un solo respiro, pues cualquier falta de concentración te pueden hacer ir al suelo o troncharte un tobillo. Lo único que te hace olvidarte un poco de tal castigo, son las maravillosas vistas que desde lo alto se tiene de todo el paraje.
Mención especial a la organización que se porto muy bien, prácticamente no hace falta llevar mochila, pues los avituallamientos son muchos, aunque se puede mejorar el surtido. Y pese a debutar en la distancia, la organización estuvo a la altura.
En fin, si alguna vez queréis sufrir como perros, preparaos esta maratón de montaña que no os va a defraudar.
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